Taller de costura dedicado a la elaboración de productos para la decoración de casas y oficinas, habitación de niños, tiendas y oficinas.
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Cuando me instalo frente a mi máquina de coser, cada día, todos los días, siento que tengo frente a mi, la maravillosa oportunidad de volver a empezar, de aprender, de descubrir la magia de las telas, de los colores, de unir colores, texturas, de armar un nuevo regalo, una nueva historia... Cuando me levanto, me lavo la cara y doy gracias, me siento frente a mi máquina con mi fe infinita de que algún día, pueda coser mejor y mejor, coserlo todo, que sea bello, que mis cobijitas vuelen y sirvan de abrigo. Después de todo es por esto por lo que cada día me levanto, a coser... mi pasión. -
Vivir junto al mar, una continua fuente de inspiración
Imitando nuestra madre naturaleza, mis colores se funden entre si.
Los atardeceres tiñen mis telas de matices de pasión
No hacen falta alas para alzar el vuelo
¿Tienes tiempo para un cuento?
Un cuento con una hermosa enseñanza.
LA RAMITA AVENTURERA
Érase una vez un gran árbol, en la cima de una colina. Estaba lleno de frondosas ramas que se mecían con el viento como olas en el mar. Una de estas ramas era muy soñadora e inquieta, y sólo tenía un gran sueño: descubrir qué era lo que había más allá del horizonte. Día y noche ese pensamiento la invadía. Pues ocurrió que cierta noche hubo una gran tormenta que agitó al añoso árbol como si fuese un débil junco. Tan fuerte soplaba el viento que arrancó a la soñadora rama y la elevó por los aires, hasta arrojarla lejos. A la mañana siguiente, la rama estaba en un lugar desconocido, muy lejano de su padre árbol. Primero tuvo miedo, pero luego a su corazón lo invadió una profunda alegría: estaba libre para hacer su sueño realidad. Comenzó a caminar sin rumbo fijo, sólo siguiendo el calor del Sol, al que tantas veces había visto esconderse tras las montañas. –“Por fin sabré a dónde va a dormir el Sol, por las tardes”, pensaba mientras imaginaba la cantidad de maravillas que estaban por ver sus ojos. De pronto ocurrió algo extraño. El tibio Sol era ocultado por una sombra que se abalanzaba sobre ella. Era un águila, que al verla en el campo, había decidido hacer con ella su nido. La rama no sabía qué era lo que pasaba. Sorpresivamente se vio envuelta en poderosas garras que en un abrir y cerrar de ojos la elevaron por los aires. Desde arriba el panorama era impresionante, pero el miedo que sentía la rama por su incierto destino no la dejaba disfrutarlo.- “¿Qué quiere de mi?”-pensaba asustada. Se agitó tanto, que en un brusco movimiento pinchó con su punta a las patas del ave. Ésta, sorprendida, abrió sus garras dejando caer a la ramita sobre un río. Las correntosas aguas arrastraron a la rama. Cayó la noche y sólo el croar de las ranas interrumpía el cadencioso sonido del río. En el frío y la oscuridad, y recordando a su padre árbol, lo de recorrer el mundo ya no le parecía tan buena idea. A la mañana siguiente un leñador vio a la rama tirada en la orilla y, aunque mojada, le pareció un buen leño para calentar su casa ante la amenaza de lluvia. La tomó entre sus brazos y la llevó a su hogar. Una vez ahí el hombre encendió la chimenea y la colocó por el lado para que se fuera secando con el fuego. “¿Qué es eso? Definitivamente no es algo bueno”-Abrió los ojos la rama aterrada con el espectáculo. Al sentir las llamas en su cabeza, saltó y corrió hacia la puerta que estaba abierta. Corrió para tratar de apagar el fuego, pero sólo logró avivarlo más. Para su fortuna comenzó la anunciada lluvia, así el agua apagó el fuego. Pero cuando trató de caminar no pudo, pues se había enterrado en el lodo y era imposible salir. Ante tal escenario, la rama pensó que había llegado el fin de su viaje y desesperanzada, cerró sus ojos…
Ocurrió que un día, al llegar la primavera, el Sol le entibió la savia de su cuerpo, y aunque era una grata sensación, la rama no se atrevía a abrir los ojos. Y así pasaron los años hasta que un día la rama se armó de valor para abrir los ojos y contemplar el paisaje. ¡Y qué sorpresa se llevó! Al mirarse se dio cuenta de que al enterrarse había echado raíces y habían brotado en ella hermosas hojas con las que podía respirar el fresco aire primaveral. Y esta es la historia de una rama aventurera, que hoy en día es el árbol que cuenta las mejores historias, según opinan las aves que todas las tardes se reúnen, acurrucándose en sus ramas, a escuchar sus aventuras.
(Escrito por www.ilustrador.tk Publicado en diario El Mercurio el 06-12-06)
Reina de Canes
Una de las historias que mi ciudad tiene para contarme en cada esquina:
REINA DE CANES
Rojo…freno…
Ella se acercó humilde y solemne a mi ventanilla, exhibiendo un collage de roídas fotografías con distintos quiltros de miradas vidriosas, maltratos acumulados, abandono y refugio.
-“Su moneda es nuestro alimento”- sentenciaba el cartel. Recordé mi mascota muerta, y busqué monedas en la guantera. Deposité la ofrenda al canil.
-“Que Dios se lo pague”- Me respondió, original frase.
Los acongojados ojos en las fotografías se plasmaron con húmedo fuego en mi mente, revelándome la importante labor de aquella improvisada Sor Teresa de los canes.
Me demostraba que en este mundo aún el más roñoso de los quiltros tenía quién llorara su partida.